ALIEN: NO HAY ESCAPATORIA

Aquella sombría y terrible mañana de noviembre de 2136, Elien Ripley comenzó a sentirse indispuesta. Pensó que el desayuno le había sentado mal, pero aquellos espasmos y movimientos repentinos en su interior no se correspondían con una simple angustia, no eran nada normales. Súbitamente, retornaron a su mente ciertos recuerdos fatales e innombrables, que habían quedado sepultados en su subconsciente muchos año atrás, para ser exactos, desde 2122, según constaba en el cuaderno de bitácora del remorcador espacial Nostromo ¡Maldita señal! ¡Maldita interpretación! ¡Qué decisión más desafortunada para la humanidad! Un sudor frío comenzaba a recorrerle desde la frente a la espalda.

Sus ojos desorbitados lo decían todo. Esta vez no era el desayuno, no. Se trataba de otra cosa que le resultaba trágicamente familiar, una mala pesadilla, cruel y espantosa hecha realidad ¡No puede ser!, ¡otra vez no! Pero ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo pudo ser esta vez?… otro error inexorable. Comenzó a revivir el traumático final de su compañero de trabajo Kane. Desencajada por el horror, era consciente de que no podía huir, ya era demasiado tarde para pedir ayuda o intentar algo, sola en su camarote, a bordo de la nave Alpheratz, de exploración científica. Ante todo, debía alertar al resto de la tripulación, si es que podía, ya que “eso” se agitaba estrepitosamente en su estómago. Un dolor inimaginable le nublaba la vista y se hacía cada vez más insoportable, hasta el punto de retorcerla de lado a lado.

Sentía como era desgarrada, literalmente. De pronto, un estallido de sangre salpicó su mono azul de faena, irrumpiendo con vehemencia la cabeza alargada y ensangrentada de aquella criatura monstruosa del pasado, cuya mandíbula prominente, bordeada de dientes afilados se abría paso sin descanso, entre sus propios chillidos furiosos, muy agudos e intensos.

Su víctima, con la mirada perdida por la conmoción, cayó al suelo. No pudo llegar a apretar el botón del interfono, junto a su escritorio. Su cuerpo convulsionaba violentamente, mientras la letal forma de vida extraterrestre salía de su vientre, girándose agresiva y amenazante hacia el rostro de Ripley, que agoniza en el suelo.

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