PÁNICO SUBMARINO

En la inmensidad del mar los rayos del sol penetran hasta cierto punto de claridad, a partir del cual el azul se torna denso y no deja ver más allá de unas decenas de metros. A veces, nadamos y buceamos confiadamente hasta que reparamos en esa oscuridad que puede resultar sugestiva y sobrecogedora, como una pantalla sobre la que proyectar nuestros miedos y nuestros monstruos. Es entonces cuando experimentamos la sensación de vulnerabilidad en un medio que no dominamos plenamente ni en el que contamos con todas las ventajas de las que gozamos en el hábitat terrestre.

En otras ocasiones, podemos ser sorprendidos súbitamente por la impresión de haber visto algo que se mueve junto a nosotros. En la realidad, los humanos no somos el objetivo de ciertos depredadores marinos, como los tiburones, ni siquiera les gusta la carne humana. La siguiente recreación de imágenes no deja de ser el reflejo de la errónea mitología que, desde antiguo, ha rodeado a los escualos, etiquetados de peligrosos y traicioneros, ya que, estos hermosos y magníficos animales raramente suponen una amenaza para nosotros, más bien al contrario.

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