Me identifico con la estética japonesa wabi-sabi, en tanto me atrae la simpleza de ciertas formas naturales, tales como las ramas desnudas de algunos árboles, sus raíces retorcidas, las cortezas de textura rugosa y la estampa efímera de algunas plantas secas y troncos caídos que muestran el momento de su ocaso, antes de desaparecer. Los fotografío no solo por enamoramiento de la pura objetividad, sino también, de todo lo contrario, el aspecto subjetivo de su evocación.

“Wabi-sabi implica una visión del mundo intuitiva. Organización orgánica de la forma. Ostensiblemente tosco. […] La belleza de lo rústico, en el sentido de simple, sin artificio o no sofisticado… con superficies rugosas o irregulares y comparte algunas características con el «arte primitivo», esto es, objetos toscos, simples y sin pretensiones… […] Todas las cosas son mudables… Incluso cosas que tienen todas las características de la sustancia -cosas que son duras, inertes, sólidas- no ofrecen más que una «ilusión» de permanencia… Todo se gasta… […] Las cosas wabi-sabi son expresión de tiempo congelado” (Leonard Koren).

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